“Que te sea lo mismo, cuando cumples con tu deber, estar helado de frío o abrigado, falto de sueño o harto de dormir, oír murmurar de ti o alabarte, morir o hacer otra cosa”.
Por Orlando Vignolo. 20 septiembre, 2022. Publicado en Correo, el 20 de setiembre de 2022.
He pasado varios días leyendo las “Meditaciones” de Marco Aurelio, una obra cumbre de los principios estoicos y una altísima muestra de fineza intelectual. Sin temor a equivocarme creo es un libro que toda persona que pretenda gobernar una colectividad, o simplemente tener una vida pública en diferentes campos, tiene obligación de leer de manera reposada. Primero, porque propugna unas reglas básicas para el sacrificio permanente por otros (la vocación de servicio), da luego unos claros fundamentos del autocontrol que debe seguir el político y, por último, porque eleva -al máximo- el esmero en el cumplimiento de las obligaciones ante el bien común. Una frase resume todo lo último: “Que te sea lo mismo, cuando cumples con tu deber, estar helado de frío o abrigado, falto de sueño o harto de dormir, oír murmurar de ti o alabarte, morir o hacer otra cosa”.
Aunque puedan existir fundadas dudas de que lo escrito por el emperador romano haya tenido un claro correlato en su vida diaria, lo cierto es que sus reflexiones son más que actuales; principalmente en cuanto a la efectiva observancia del deber personal del líder político como medio para permitir la sobrevivencia diaria del Estado, cuestión que de manera última se convierte en la clave del éxito o fracaso del respectivo Gobierno. La ruptura de este elemento, tan visible en nuestra actual realidad, nos debe llevar a repensar en cómo los ciudadanos debemos evaluar a los últimos, no tanto mediante la fugacidad de los gestos o palabras; sí, en cambio, en los efectos de la obligación correctamente encauzada -a pesar de su aparente modestia e importancia-.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.
